Para encontrar la magia
sólo hace falta un niño.
Para encontrar la magia sólo hace falta un niño. El resto será sencillo: un lugar bonito y divertido, la mejor luz con la que podamos jugar, y dejar que surjan esos momentos cotidianos o especiales que podremos guardar para siempre. Los niños hacen que la sesión fluya sola y yo intento limitarme a acompañarles, estar atenta al momento justo de hacer “clic”.
Todas las etapas tienen algo que merece conservarse: los cambios asombrosos del primer año, sus primeros gateos y pasos, los juegos entre hermanos, la complicidad de los niños más mayores… Ellos no posan, ellos viven en las fotos y no tienen que preocuparse de nada más que se mostrarse tal cual son, porque no hay nada como la mirada de un niño seguro y feliz para transmitir emoción y sentimientos.