Ahora, más que nunca, toca valorar abrazos, besos, contacto; conservar reflejos de vuestro hogar, prueba de unos tiempos difíciles que habéis sabido convertir en experiencia inolvidable para vuestros pequeños; captar la esencia de vuestro hogar, abrir las puertas y dar la bienvenida a lo nuevo…
En este caso «lo nuevo» era una chiquitina de pocos días llamada Berta, y fueros sus padres los que me abrieron las puertas de su casa, como ya lo hicieron antes con Alfonso y Julia. Fue una de mis primeras sesiones tras el parón laboral, y el alboroto y la vida de esa casa me reconciliaron con cosas que echaba mucho de menos.
Además, las sesiones en casa del cliente tienen algo especial que me encanta. Salir de la zona de confort del estudio, adentrarme en la vida cotidiana de otras personas, es un ejercicio precioso de aprendizaje y observación, y para la familia es un recuerdo más íntimo y personal que una sesión en cualquier otro lugar. Ese «mejor que en casa en ningún sitio» encaja aquí a la perfección, ¿no creéis?
Si os interesa esta opción, contactad conmigo y os cuento en detalle cómo se desarrollan las sesiones a domicilio. Mientras tanto, os dejo con algunas de las fotos de esta familia bonita que me encanta.