A veces hago sesiones en las que no aparecen niños, como las de pareja o las de embarazo. Acostumbrada a tratar directamente con los más pequeños, me obliga a enfocar de forma diferente el trabajo.
A veces lo hago para otros compañeros que me eligen para retratarles con su familia, con la dosis añadida de responsabilidad y compromiso que conlleva. Su llamada me da mucha alegría, pero os aseguro que los nervios se multiplican por 100.
Y a veces son profesionales increíbles como Elisa Muñiz, a los que ya admiraba cuando empecé en este mundo, los que me piden que les mire a través de mi cámara.
Después de superar timideces y nervios, surgen las emociones y la ilusión por hacer algo bonito, para ellos y para su hijo. Cuando se hacen con cariño, las pruebas se superan. Tú sabes mucho de esto, Elisa. Gracia por tu confianza.